lunes, 30 de septiembre de 2019

09. ¿QUIÉNES SON LOS ÁNGELES?


LA RELACIÓN ENTRE EL MUNDO VISIBLE Y EL INVISIBLE, el ministerio de los ángeles de Dios y la influencia o intervención de los espíritus malos, son asuntos claramente revelados en las Sagradas Escrituras y como indisolublemente entretejidos con la historia humana. NÓTASE en nuestros días una tendencia creciente a no creer en la existencia de los malos espíritus, mientras que por otro lado muchas personas ven espíritus de seres humanos difuntos en los santos ángeles, que son "enviados para" servir a "los que han de heredar la salvación." (Hebreos 1: 14, V.M.)

Pero las Escrituras no sólo enseñan la existencia de los ángeles, tanto buenos como malos, sino que contienen pruebas terminantes de que éstos no son espíritus desencarnados de hombres que hayan dejado de existir.

ANTES DE LA CREACIÓN DEL HOMBRE, HABÍA YA ÁNGELES; pues cuando los cimientos de la tierra fueron echados, a una "las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios." (Job 38: 7.) Después de la caída del hombre, fueron enviados ángeles para guardar el árbol de la vida, y esto antes que ningún ser humano hubiese fallecido.  Los ángeles son por naturaleza superiores al hombre, pues el salmista refiriéndose a éste, dice: 
"Algo menor lo hiciste que los ángeles." 
(Salmo 8: 6,  V.B.- Cantera, vers. 5 en V. Valera.)

LAS SANTAS ESCRITURAS nos dan información acerca del número, del poder y de la gloria de los seres celestiales, de su relación con el gobierno de Dios y también con la obra de redención.  "Jehová afirmó en los cielos su trono; y su reino domina sobre todos." Y el profeta dice: "Oí voz de muchos ángeles alrededor del trono." Ellos sirven en la sala del trono del Rey de los reyes- "ángeles, poderosos en fortaleza," 566 "ministros suyos," que hacen "su voluntad," "obedeciendo a la voz de su precepto." (Salmo 103:19-21; Apocalipsis 5:11.) Millones de millones y millares de millares era el número de los mensajeros, celestiales vistos por el profeta Daniel.  El apóstol Pablo habla de "las huestes innumerables de ángeles." (Hebreos 12:22, V.M.) Como mensajeros de Dios, iban y volvían "a semejanza de relámpagos" (Ezequiel 1: 14), tan deslumbradora es su gloria y tan veloz su vuelo. El ángel que apareció en la tumba del Señor, y cuyo "aspecto era como un relámpago y su vestido blanco como la nieve," hizo que los guardias temblaran de miedo y quedaran "como muertos." (Mateo 28:3,4).

 CUANDO SENAQUERIB, el insolente monarca asirio, blasfemó e insultó a Dios y amenazó destruir a Israel, "aconteció que en aquella misma noche salió un ángel de Jehová, e hirió en el campamento de los Asirios ciento ochenta y cinco mil hombres." El ángel "destruyó a todos los hombres fuertes y valerosos, con los príncipes y los capitanes" del ejército de Senaquerib, quien "volvió con rostro avergonzado a su propia tierra." (2 Reyes 19: 35; 2 Crónicas 32: 21 V.M.)

LOS ÁNGELES SON ENVIADOS A LOS HIJOS DE DIOS CON MISIONES DE MISERICORDIA. Visitaron a Abrahán con promesas de bendición; al justo Lot, para rescatarle de las llamas de Sodoma; a Elías, cuando estaba por morir de cansancio y hambre en el desierto; a Eliseo, con carros y caballos de fuego que circundaban la pequeña ciudad donde estaba encerrado por sus enemigos; a Daniel, cuando imploraba la sabiduría divina en la corte de un rey pagano, o en momentos en que iba a ser presa de los leones; a San Pedro, condenado a muerte en la cárcel de Herodes; a los presos de Filipos; a San Pablo y a sus compañeros, en la noche tempestuosa en el mar; a Cornelio, para hacerle comprender el Evangelio, a San Pedro, para mandarlo con el mensaje de salvación al extranjero gentil.  Así fue como, en todas las edades, los santos ángeles ejercieron su ministerio en beneficio del pueblo de Dios.

CADA DISCÍPULO DE CRISTO tiene su ángel guardián respectivo. 567 Estos centinelas celestiales protegen a los justos del poder del maligno. Así lo reconoció el mismo Satanás cuando dijo: "Teme Job a Dios de balde? ¿No le has tu cercado a él y a su casa, y a todo lo que tiene en derredor” (Job 1: 9, 10)?
El medio de que Dios se vale para proteger a su pueblo está indicado en las palabras del salmista: "El ángel de Jehová acampa en derredor de los que le temen, y los defiende." (Salmo 34:7.)

Hablando de los que creen en él, el Salvador dijo: 
"Mirad no tengáis en poco a alguno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre la faz de mi Padre." (Mateo 18:10.) Los ángeles encargados de atender a los hijos de Dios tienen: a toda hora acceso cerca de él.

Así que, aunque expuesto al poder engañoso y a la continua malicia del príncipe de las tinieblas y en conflicto con todas las fuerzas del mal, el pueblo de Dios tiene siempre asegurada la protección de los ángeles del cielo.  Y esta protección no es superflua.  Si Dios concedió a sus hijos su gracia y su amparo, es porque deben hacer frente a las temibles potestades del mal, potestades múltiples, audaces e incansables, cuya malignidad y poder nadie puede ignorar o despreciar impunemente.

LOS ESPÍRITUS MALOS, CREADOS EN UN PRINCIPIO SIN PECADO, eran iguales, por naturaleza, poder y gloria, a los seres santos que son ahora mensajeros de Dios.  Pero una vez caídos por el pecado, se coligaron para deshonrar a Dios y acabar, con los hombres.  Unidos con Satanás en su rebeldía y arrojados del cielo con él, han sido desde entonces, en el curso de los siglos, sus  cómplices en la guerra empezada contra la autoridad divina.  Las Sagradas Escrituras nos hablan de su unión y de su gobierno de sus diversas órdenes, de su inteligencia y astucia, como  también de sus propósitos malévolos contra la paz y  la felicidad de los hombres.

LA HISTORIA DEL ANTIGUO TESTAMENTO menciona a veces su existencia y su actuación pero fue durante el tiempo que Cristo estuvo en la tierra cuando los espíritus malos dieron las más sorprendentes pruebas de su poder.  Cristo había venido 568 para cumplir el plan ideado para la redención del hombre, y Satanás resolvió afirmar su derecho para gobernar al mundo.  Había logrado implantar la idolatría en toda la tierra, menos en Palestina.  Cristo vino a derramar la luz del cielo sobre el único país que no se había sometido al yugo del tentador. 

DOS PODERES RIVALES PRETENDÍAN LA SUPREMACÍA. Jesús extendía sus brazos de amor, invitando a todos los que querían encontrar en él perdón y paz.  Las huestes de las tinieblas vieron que no poseían un poder ilimitado, y comprendieron, que si la misión de Cristo tenía éxito, pronto terminaría su reinado. Satanás se enfureció como león encadenado y desplegó atrevidamente sus poderes tanto sobre los cuerpos como sobre las almas de los hombres.

Que ciertos hombres hayan sido poseídos por demonios está claramente expresado en el Nuevo Testamento.  Las personas afligidas de tal suerte no sufrían únicamente de enfermedades cuyas causas eran naturales.  Cristo tenía conocimiento perfecto de aquello con que tenía que habérselas, y reconocía la presencia y acción directas de los espíritus malos.

ENDEMONIADO GADARENOEjemplo sorprendente de su número, poder y malignidad, como también del poder misericordioso de Cristo, lo encontramos en el relato de la curación de los endemoniados de Gádara.  Aquellos pobres desaforados, que burlaban toda restricción y se retorcían, echando espumarajos por la boca, enfurecidos, llenaban el aire con sus gritos, se maltrataban y ponían en peligro a cuantos se acercaban a ellos.  Sus  cuerpos cubiertos de sangre y desfigurados, sus mentes extraviadas, presentaban un espectáculo de los más agradables para el príncipe de las tinieblas.  Uno de los demonios que dominaba a los enfermos, declaró: "Legión me llamo; porque somos muchos." (S. Marcos 5: 9.) En el ejército romano una legión se componía de tres a cinco mil hombres.  Las huestes de Satanás están también organizadas en compañías, y la compañía a la cual pertenecían estos demonios correspondía ella sola en número por lo menos a una legión. 569

Al mandato de Jesús, los espíritus malignos abandonaron sus víctimas, dejándolas sentadas en calma a los pies del Señor, sumisas, inteligentes y afables.  Pero a los demonios se les permitió despeñar una manada de cerdos en el mar; y los habitantes de Gádara, estimando de más valor sus puercos que las bendiciones que Dios había concedido, rogaron al divino Médico que se alejara.  Tal era el resultado que Satanás deseaba conseguir.  Echando la culpa de la pérdida sobre Jesús, despertó los temores egoístas del pueblo, y les impidió escuchar sus palabras.  Satanás acusa continuamente a los cristianos de ser causa de pérdidas, desgracias y padecimientos, en lugar de dejar recaer el oprobio sobre quienes lo merecen, es decir, sobre sí mismo y sus agentes.

Pero los propósitos de Cristo no quedaron frustrados.  Permitió a los espíritus malignos que destruyesen la manada de cerdos, como censura contra aquellos judíos que, por amor al lucro, criaban esos animales inmundos.  Si Cristo no hubiese contenido a los demonios, habrían precipitado al mar no sólo los cerdos sino también a los dueños y porqueros.  La inmunidad de éstos fue tan sólo debida a la intervención misericordiosa de Jesús. 

POR OTRA PARTE, el suceso fue permitido para que los discípulos viesen el poder malévolo de Satanás sobre hombres y animales, pues quería que sus discípulos conociesen al enemigo al que iban a afrontar, para que no fuesen engañados y vencidos por sus artificios.  Quería, además, que el pueblo de aquella región viese que él, Jesús, tenía el poder de romper las ligaduras de Satanás y libertar a sus cautivos.  Y aunque Jesús se alejó, los hombres tan milagrosamente libertados quedaron para proclamar la misericordia de su Bienhechor.

LAS ESCRITURAS ENCIERRAN OTROS EJEMPLOS SEMEJANTES. La hija de la mujer sirofenicia estaba atormentada de un demonio al que Jesús echó fuera por su palabra. (Marcos 7:26-30.) "Un endemoniado, ciego y mudo" (Mateo 12: 22); un joven que tenía un espíritu mudo, que a menudo le arrojaba  "en 570 el fuego y en aguas, para matarle" (Marcos 9: 17-27); el maníaco que, atormentado por el "espíritu de un demonio inmundo" (S.  Lucas 4:33-36), perturbaba la tranquilidad del sábado en la sinagoga de Capernaum todos ellos fueron curados por el compasivo Salvador.  En casi todos los casos Cristo se dirigía al demonio como a un ser inteligente, ordenándole salir de su víctima y no atormentarla más.  Al ver su gran poder, los adoradores reunidos en Capernaum se asombraron,  "y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es ésta? que con autoridad y potencia manda a los espíritus inmundos, y salen." (Lucas 4: 36.)

Se representa uno generalmente aquellos endemoniados como sometidos a grandes padecimientos; sin embargo había excepciones a esta regla.  Con el fin de obtener poder sobrenatural, algunas personas se sometían voluntariamente a la influencia satánica.  Estas, por supuesto, no entraban en conflicto con los demonios.  A esta categoría pertenecen los que poseían el espíritu de adivinación, como los magos Simón y Elimas y la joven adivina que siguió a Pablo y a Silas en Filipos.

Nadie está en mayor peligro de caer bajo la influencia de los espíritus malos que los que, a pesar del testimonio directo y positivo de las Sagradas Escrituras, niegan la existencia e intervención del diablo y de sus ángeles.

 Mientras ignoremos sus astucias, ellos nos llevan notable ventaja; y muchos obedecen a sus sugestiones creyendo seguir los dictados de su propia sabiduría. 

Esta es la razón por la cual a medida que nos acercamos al fin del tiempo, cuando Satanás obrará con la mayor energía para engañar y destruir, él mismo propaga por todas partes la creencia de que no existe.  Su política consiste en esconderse y obrar solapadamente.
No hay nada que el gran seductor tema tanto como el que nos demos cuenta de sus artimañas.  Para mejor disfrazar su carácter y encubrir sus verdaderos propósitos, se ha hecho representar de modo que no despierte emociones más poderosas que las del ridículo y del desprecio.  Le gusta que lo 571 pinten deforme o repugnante, mitad animal mitad hombre.

Le agrada oírse nombrar como objeto de diversión y de burla por personas que se creen inteligentes e instruídas.

PRECISAMENTE POR HABERSE ENMASCARADO con habilidad consumada es por lo que tan a menudo se oye preguntar: "¿Existe en realidad ente semejante?" Prueba evidente de su éxito es la aceptación general de que gozan entre el público religioso ciertas teorías que niegan los, testimonios más positivos de las Sagradas Escrituras.  Y es porque Satanás puede dominar tan fácilmente los espíritus de las personas inconscientes de su influencia, por lo que la Palabra de Dios nos da tantos ejemplos de su obra maléfica, nos revela sus fuerzas ocultas y nos pone así en guardia, contra sus ataques.

El poder y la malignidad de Satanás y de su hueste podrían alarmarnos con razón, si no fuera por el apoyo y salvación que podemos encontrar en el poder superior de nuestro Redentor.

  Proveemos cuidadosamente nuestras casas con cerrojos y candados para proteger nuestros bienes y nuestras vidas contra los malvados; pero rara vez pensamos en los ángeles malos que tratan continuamente de llegar hasta nosotros, y contra cuyos ataques no contamos en nuestras propias fuerzas con ningún medio eficaz de defensa.  Si se les dejara, nos trastornarían la razón, nos desquiciarían y torturarían el cuerpo, destruirán nuestras propiedades y nuestras vidas. 

SÓLO SE DELEITAN EN EL MAL Y EN LA DESTRUCCIÓN. Terrible es la condición de los que resisten a las exigencias de Dios y ceden a las tentaciones de Satanás hasta que Dios los abandona al poder de los espíritus malignos.  Pero los que siguen a Cristo están siempre seguros bajo su protección.  Ángeles de gran poder son enviados el cielo para ampararlos.  El maligno no puede forzar la guardia con que Dios tiene rodeado a su pueblo.  572 CS EGW


08. EL PEOR ENEMIGO DEL HOMBRE.


"ENEMISTAD pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar." (Génesis 3: 15) La divina sentencia pronunciada contra Satanás después de la caída del hombre fue también una profecía que, abarcando las edades hasta los últimos tiempos, predecía el gran conflicto en que se verían empeñadas todas las razas humanas que hubiesen de vivir en la tierra.

LA ENEMISTAD NO ES NATURAL
Dios declara: "Enemistad pondré." Esta enemistad no es fomentada de un modo natural.  Cuando el hombre quebrantó  la ley divina, su naturaleza se hizo mala y llegó a estar en armonía y no en divergencia con Satanás.  No puede decirse que haya enemistad natural entre el hombre pecador y el autor del pecado.  Ambos se volvieron malos a consecuencia de la apostasía. 

EL APÓSTATA no descansa sino cuando obtiene simpatías y apoyo al inducir a otros a seguir su ejemplo.  De aquí que los ángeles caídos y los hombres malos se unan en desesperado compañerismo.  Si Dios no se hubiese interpuesto especialmente, Satanás y el hombre se habrían aliado contra el cielo;  y en lugar de albergar enemistad contra Satanás, toda la familia humana se habría unido en oposición a Dios.

Satanás tentó al hombre a que pecase, como había inducido a los ángeles a rebelarse, a fin de asegurarse su cooperación en su lucha contra el cielo.  No había disensión alguna entre él y los ángeles caídos en cuanto al odio que sentían contra Cristo; mientras que estaban en desacuerdo tocante a todos los demás puntos, era unánime su oposición a la autoridad del Legislador del universo. 

Pero al oír Satanás que habría enemistad entre él y la mujer, y entre sus linajes, comprendió que serían contrarrestados sus esfuerzos por corromper la naturaleza 560 humana y que se capacitaría al hombre para resistirle.

LO QUE ENCIENDE la enemistad de Satanás contra la raza humana, es que ella, por intermedio de Cristo, es objeto del amor y de la misericordia de Dios.  Lo que él quiere entonces es oponerse al plan divino de la redención del hombre, deshonrar a Dios mutilando y profanando sus obras, causar dolor en el cielo y llenar la tierra de miseria y desolación.  Y luego señala todos estos males como resultado de la creación del hombre por Dios.

LA GRACIA QUE CRISTO DERRAMA EN EL ALMA ES LA QUE CREA EN EL HOMBRE ENEMISTAD
CONTRA SATANÁS. 
Sin esta gracia transformadora y este poder renovador, el hombre seguiría siendo esclavo de Satanás, siempre listo para ejecutar sus órdenes.  Pero el nuevo principio introducido en el alma crea un conflicto allí donde hasta entonces reinó la paz.  El poder que Cristo comunica habilita al hombre para resistir al tirano y  usurpador.  Cualquiera que aborrezca el pecado en vez de amarlo, que resista y venza las pasiones que hayan reinado en su corazón, prueba que en él obra un principio que viene enteramente de lo alto.

EL ANTAGONISMO QUE EXISTE ENTRE EL ESPÍRITU DE CRISTO Y EL ESPÍRITU DE SATANÁS se hizo particularmente patente en la forma en que el mundo recibió a Jesús.  No fue tanto porque apareció desprovisto de riquezas de este mundo, de pompa y de grandeza, por lo que los judíos le rechazaron.  Vieron que poseía un poder más que capaz de compensar la falta de aquellas ventajas exteriores.  Pero la pureza y santidad de Cristo atrajeron sobre él el odio de los impíos.  Su vida de abnegación y de devoción sin pecado era una continua reprensión para aquel pueblo orgulloso y sensual.  Eso fue lo que despertó enemistad contra el Hijo de Dios.  Satanás y sus ángeles malvados se unieron con los hombres impíos.  Todos los poderes de la apostasía conspiraron contra el Defensor de la verdad.

LA MISMA ENEMISTAD que se manifestó contra el Maestro, se manifiesta contra los discípulos de Cristo. 561 Cualquiera que sedé cuenta del carácter repulsivo del pecado y que con el poder de lo alto resista a la tentación, despertará seguramente la ira de Satanás y de sus súbditos.  El odio a los principios puros de la verdad, las acusaciones y persecuciones contra sus defensores, existirán mientras existan el pecado y los pecadores.  Los discípulos de Cristo y los siervos de Satanás no pueden congeniar.  El oprobio de la cruz no ha desaparecido.  "Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución." (2 Timoteo 3: 12.)

LOS AGENTES DE SATANÁS obran continuamente bajo su dirección para establecer su autoridad y para fortalecer su reino en oposición al gobierno de Dios.  Con tal fin tratan de seducir a los discípulos de Cristo y retraerlos de la obediencia.  COMO SU JEFE, tuercen y pervierten las Escrituras para conseguir su objeto. 

Así como Satanás trató de acusar a Dios, sus agentes tratan de vituperar al pueblo de Dios.  El espíritu que mató a Cristo mueve a los malos a destruir a sus discípulos.  Pero ya lo había predicho la primera profecía: "Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya." Y ASÍ ACONTECERÁ hasta el fin de los tiempos.

Satanás reúne todas sus fuerzas y lanza todo su poder al combate. ¿Cómo es que no encuentra mayor resistencia?
¿Por qué están tan adormecidos los soldados de Cristo? ¿por qué revelan tanta indiferencia?  

SENCILLAMENTE porque tienen poca comunión verdadera con Cristo, porque están destituidos de su Espíritu.  No sienten por el pecado la repulsión y el odio que sentía su Maestro.  No lo rechazan como lo rechazó Cristo con decisión y energía.  No se dan cuenta del inmenso mal y de la malignidad del pecado, y están ciegos en lo que respecta al carácter y al poder del príncipe de las tinieblas. 

ES POCA LA ENEMISTAD que se siente contra Satanás y sus obras, porque hay mucha ignorancia acerca de su poder y de su malicia, y no se echa de ver el inmenso alcance de su lucha contra Cristo y su iglesia.  MULTITUDES están en el error a este respecto.  NO SABEN que su enemigo es un poderoso general que dirige las inteligencias 562 de los ángeles malos y que, merced a planes bien combinados y a una sabia estrategia, GUERREA CONTRA CRISTO para impedir la salvación de las almas. 

ENTRE LOS QUE PROFESAN EL CRISTIANISMO y hasta entre los ministros del Evangelio, apenas si se oye hablar de Satanás, a no ser tal vez de un modo incidental desde lo alto del púlpito.  Nadie se fija en las manifestaciones de su actividad y éxito continuos.  No se tienen en cuenta los muchos avisos que nos ponen en guardia contra su astucia; hasta parece ignorarse su existencia.

MIENTRAS LOS HOMBRES DESCONOCEN los artificios de tan vigilante enemigo, ÉSTE LES SIGUE a cada momento las pisadas. 
SE INTRODUCE en todos los hogares,
en todas las calles de nuestras ciudades,
en las iglesias,
en los consejos de la nación,
en los tribunales, confundiendo, engañando, seduciendo,
 arruinando por todas partes las almas y los cuerpos de hombres, mujeres y niños, destruyendo la unión de las familias,
sembrando odios, rivalidades, sediciones y muertes.
 Y EL MUNDO cristiano parece mirar estas cosas como si Dios mismo las hubiese dispuesto y como si debiesen existir.

Satanás está tratando continuamente de vencer al pueblo de Dios, rompiendo las barreras que lo separan del mundo. 
Los antiguos israelitas fueron arrastrados al pecado cuando se arriesgaron a formar asociaciones ilícitas con los paganos.  Del mismo modo se descarría el Israel moderno. 

"El Dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios." (2 Corintios 4: 4.)

“Todos los que no son fervientes discípulos de Cristo,
 son siervos de Satanás”. 

El corazón aún no regenerado ama el pecado y tiende a conservarlo y paliarlo.  El corazón renovado aborrece el pecado y está resuelto a resistirle. 

CUANDO LOS CRISTIANOS escogen la sociedad de los impíos e incrédulos, se exponen a la tentación.  Satanás se oculta a la vista y furtivamente les pone su venda engañosa sobre los ojos.  No pueden ver que semejante compañía es la más adecuada para perjudicarles; y mientras 563 más se van asemejando al mundo en carácter, palabras y obras, MÁS Y MÁS SE VAN CEGANDO.

AL CONFORMARSE LA IGLESIA con las costumbres del mundo, se vuelve mundana, pero esa conformidad no convierte jamás al mundo a Cristo.  A medida que uno se familiariza con el pecado, éste aparece inevitablemente menos repulsivo.

El que prefiere asociarse con los siervos de Satanás dejará pronto de temer al señor de ellos.  Cuando somos probados en el camino del deber, cual lo fue Daniel en la corte del rey, podemos estar seguros de la protección de Dios; pero si nos colocamos a merced de la tentación, caeremos tarde o temprano.

EL TENTADOR OBRA A MENUDO con el mayor éxito por intermedio de los menos sospechosos de estar bajo su influencia.  SE ADMIRA Y HONRA a las personas de talento y de educación, como si estas cualidades pudiesen suplir la falta del temor de Dios o hacernos dignos de su favor.  Considerados en si mismos, el talento y la cultura son dones de Dios; pero cuando se emplean para substituir la piedad, cuando en lugar de atraer al alma a Dios la alejan de él, entonces se convierten en una maldición y un lazo. 

NO TODO LO REFINADO ES DE DIOS
Es opinión común que todo lo que aparece amable y refinado debe ser, en cierto sentido, cristiano.  No hubo nunca error más grande.

  Cierto es que la amabilidad y el refinamiento deberían adornar el carácter de todo cristiano, pues ambos ejercerían poderosa influencia en favor de la verdadera religión; pero deben ser consagrados a Dios, o de lo contrario son también una fuerza para el mal. 

MUCHAS PERSONAS cultas y de modales afables que no cederían a lo que suele llamarse actos inmorales, son brillantes instrumentos de Satanás. Lo insidioso de su influencia y ejemplo los convierte en enemigos de la causa de Dios más peligrosos que los ignorantes.

POR MEDIO DE FÉRVIDA ORACIÓN y de entera confianza en Dios, Salomón alcanzó un grado de sabiduría que despertó la admiración del mundo.  Pero cuando se alejó de la Fuente de su fuerza y se apoyó en si mismo, cayó presa de la tentación. Entonces las facultades maravillosas que hablan sido concedidas 564 al más sabio de los reyes, sólo le convirtieron en agente tanto más eficaz del adversario de las almas.

Mientras que Satanás trata continuamente de cegar sus mentes para que no lo conozcan, los cristianos no deben olvidar nunca que no tienen que luchar, "contra sangre y carne; sino contra principados, contra  potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires." (Efesios 6: 12.)

ESTÁ INSPIRADA ADVERTENCIA RESUENA A TRAVÉS DE LOS SIGLOS HASTA NUESTROS TIEMPOS:
 "Sed templados, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devore." "Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo." (1 Pedro 5: 8; Efesios 6: 11.)

DESDE LOS DÍAS DE ADÁN HASTA LOS NUESTROS, EL GRAN ENEMIGO HA EJERCITADO SU PODER PARA OPRIMIR Y DESTRUIR.
Se está  preparando actualmente para su última campaña contra la iglesia.  Todos los que se esfuerzan en seguir a Jesús tendrán que entrar en lucha con este enemigo implacable.  Cuanto más fielmente imite el cristiano al divino Modelo, tanto más seguramente será blanco de los ataques de Satanás. 

Todos los que están activamente empezados en la obra de Dios, tratando de desenmascarar los engaños del enemigo y de presentar a Cristo ante el mundo, podrán unir su testimonio al que da San Pablo cuando habla de servir al Señor con toda humildad y con lágrimas y tentaciones.

Satanás asaltó a Cristo con sus tentaciones más violentas y sutiles; pero siempre fue rechazado.  Esas batallas fueron libradas en nuestro favor; esas victorias nos dan la posibilidad de vencer. 

Cristo dará fuerza a todos los que se la pidan.  Nadie, sin su propio consentimiento, puede ser vencido por Satanás. 
El tentador no tiene el poder de gobernar la voluntad o de obligar al alma a pecar. 
Puede angustiar, pero no contaminar. 
Puede causar agonía pero no, corrupción. 

El hecho de que Cristo venció debería inspirar valor a sus discípulos para sostener denodadamente la lucha contra el pecado y Satanás. 565 CS EGW


jueves, 19 de septiembre de 2019

07. EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR.


PARA muchos el origen del pecado y el porqué de su existencia es causa de gran perplejidad.  Ven la obra del mal con sus terribles resultados de dolor y desolación, y se preguntan cómo puede existir todo eso bajo la soberanía de Aquel cuya sabiduría, poder y amor son infinitos.  Es esto un misterio que no pueden explicarse.  Y su incertidumbre y sus dudas los dejan ciegos ante las verdades plenamente reveladas en la Palabra de Dios y esenciales para la salvación.  

HAY QUIENES. En sus investigaciones acerca de la existencia del pecado, tratan de inquirir lo que Dios nunca reveló; de aquí que no encuentren solución a sus dificultades; y los que son dominados por una disposición a la duda y a la cavilación lo aducen como disculpa para rechazar las palabras de la Santa Escritura. 

 OTROS, sin embargo, no se pueden dar cuenta satisfactoria del gran problema del mal, debido a la circunstancia de que la tradición y las falsas interpretaciones han obscurecido las enseñanzas de la Biblia referentes al carácter de Dios, la naturaleza de su gobierno y los principios de su actitud hacia el pecado.

ES IMPOSIBLE explicar el origen del pecado y dar razón de su existencia.  SIN EMBARGO, se puede comprender suficientemente lo que atañe al origen y a la disposición final del pecado, para hacer enteramente manifiesta la justicia y benevolencia de Dios en su modo de proceder contra todo mal.  

NADA se enseña con mayor claridad en las Sagradas Escrituras que el hecho de que Dios no fue en nada responsable de la introducción del pecado en el mundo, y de que no hubo retención arbitraria de la gracia de Dios, ni error alguno en el gobierno 
divino que dieran lugar a la rebelión.  

EL PECADO es un intruso, y no hay razón que pueda explicar su presencia.  Es algo misterioso e 547 inexplicable; excusarlo equivaldría a defenderlo.  Si se pudiera encontrar alguna excusa en su favor o señalar la causa de su existencia, dejaría de ser pecado.  

LA ÚNICA DEFINICIÓN DEL PECADO es la que da la Palabra de Dios: "El pecado es transgresión de la ley;” es la manifestación exterior de un principio en pugna con la gran ley de amor que es el fundamento del gobierno divino.

LO QUE ERA EL UNIVERSO ANTES DEL PECADO. 
Antes de la aparición del pecado había paz y gozo en todo el universo.  Todo guardaba perfecta armonía con la voluntad del Creador.  El amor a Dios estaba por encima de todo, y el amor de unos a otros era imparcial.  Cristo el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno con el Padre Eterno: uno en naturaleza, en carácter y en designios; era el único ser en todo el universo que podía entrar en todos los consejos y designios de Dios.  
Fue por intermedio de Cristo por quien el Padre efectuó la creación de todos los seres celestiales.  "Por él fueron creadas todas las cosas, en los cielos, ... ora sean tronos, o dominios, o principados, o poderes" (Colosenses 1: 16, V.M.); y todo el cielo rendía homenaje tanto a Cristo como al Padre.
Como la ley de amor era el fundamento del gobierno de Dios, la dicha de todos los seres creados dependía de su perfecta armonía con los grandes principios de justicia.  Dios quiere que todas sus criaturas le rindan un servicio de amor y un homenaje que provenga de la apreciación inteligente de su carácter.  No le agrada la sumisión forzosa, y da a todos libertad para que le sirvan voluntariamente.


EL QUERUBÍN GRANDE PROTECTOR
Pero hubo un ser que prefirió pervertir esta libertad.  El pecado nació en aquel que, después de Cristo, había sido el más honrado por Dios y el más exaltado en honor y en gloria entre los habitantes del cielo.  Antes de su caída, Lucifer era el primero de los querubines que cubrían el propiciatorio santo y sin mácula.  "Así dice Jehová el Señor: ¡Tú eres el sello de perfección, lleno de sabiduría, y consumado en hermosura!  En el Edén, jardín de Dios, estabas; de toda piedra preciosa era tu vestidura." "Eras el querubín ungido que cubrías con tus alas; 548 yo te constituí para esto; en el santo monte de Dios estabas, en medio de las piedras de fuego te paseabas.  Perfecto eras en tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que la iniquidad fue hallada en ti." (Ezequiel 28:12-15, V.M.)

Lucifer habría podido seguir gozando del favor de Dios, amado y honrado por toda la hueste angélica, empleando sus nobles facultades para beneficiar a los demás y para glorificar a su Hacedor.  Pero el profeta dice: "Se te ha engreído el corazón a causa de tu hermosura; has corrompido tu sabiduría con motivo de tu esplendor." (Vers.17.) Poco a poco, Lucifer se abandonó al deseo de la propia exaltación.  "Has puesto tu corazón como corazón de Dios."  "Tú . . . que dijiste:... ¡Al cielo subiré; sobre las estrellas de Dios ensalzaré mi trono,  me sentaré en el Monte de Asamblea; me remontaré sobre las alturas de  las nubes; seré semejante al Altísimo!" 
(Ezequiel 28: 6; Isaías 14: 13, 14, V.M.) 

En lugar de procurar que Dios fuese objeto principal de los afectos y de la obediencia de sus criaturas, Lucifer se esforzó por granjearse el servicio y el homenaje de ellas.  Y, codiciando los honores que el Padre Infinito había concedido a su Hijo, este príncipe de los ángeles aspiraba a un poder que sólo Cristo tenia derecho a ejercer.
El cielo entero se había regocijado en reflejar la gloria del Creador y entonar sus alabanzas.  Y en tanto que Dios era así  honrado, todo era paz y dicha.  Pero una nota discordante vino a romper las armonías celestiales.  EL AMOR Y LA EXALTACIÓN DE SÍ MISMO, contrarios al plan del Creador, despertaron presentimientos del mal en las mentes de aquellos entre quienes la gloria de Dios lo superaba todo.  Los consejos celestiales alegaron con Lucifer. 

 El Hijo de Dios le hizo presentes la grandeza, la bondad y la justicia del Creador, y la naturaleza sagrada e inmutable de su ley.  Dios mismo había establecido el orden del cielo, y Lucifer al apartarse de él, iba a deshonrar a su Creador y a atraer la ruina sobre si mismo.  Pero la amonestación dada con un espíritu de amor y misericordia infinitos, sólo despertó espíritu de resistencia.  Lucifer dejó prevalecer sus 549 celos y su rivalidad con Cristo, y se volvió aún más obstinado.

El orgullo de su propia gloria le hizo desear la supremacía.  Lucifer no apreció como don de su Creador los altos honores que Dios le había conferido, y  no sintió gratitud alguna.  Se glorificaba de su belleza y elevación, y aspiraba a ser igual a Dios.  Era amado y reverenciado por la hueste celestial.  Los ángeles se deleitaban en ejecutar sus órdenes, y estaba  revestido de sabiduría y gloria sobre todos ellos.  Sin embargo, el Hijo de Dios era el Soberano reconocido del cielo, y gozaba de la misma autoridad y poder que el Padre. 

 Cristo tomaba parte en todos los consejos de Dios, mientras que a Lucifer no le era permitido entrar así en los designios divinos.  Y este ángel poderoso se preguntaba por qué había de tener Cristo la supremacía y recibir más honra que él mismo.

ABANDONANDO EL LUGAR, que ocupaba en la presencia inmediata del Padre, Lucifer salió a difundir el espíritu de descontento entre los ángeles.  Obrando con misteriosos sigilo y encubriendo durante algún tiempo sus verdaderos fines bajo una apariencia de respeto hacia Dios, se esforzó en despertar el descontento respecto a las leyes que gobernaban a los seres divinos, insinuando que ellas imponían restricciones innecesarias.  INSISTÍA en que siendo dotados de una naturaleza santa, LOS ÁNGELES debían obedecer los dictados de su propia voluntad.  Procuró ganarse la simpatía de ellos haciéndoles creer que Dios había obrado injustamente con él, concediendo a Cristo honor supremo.  Dio a entender que al aspirar a mayor poder y honor, no trataba de exaltarse a si mismo sino de asegurar libertad para todos los habitantes del cielo, a fin de que pudiesen así alcanzar a un nivel superior de existencia.

EN SU GRAN MISERICORDIA, Dios soportó por largo tiempo a Lucifer.  Este no fue expulsado inmediatamente de su elevado puesto, cuando se dejó arrastrar por primera vez por el espíritu de descontento, ni tampoco cuando empezó a presentar sus falsos asertos a los ángeles leales.  Fue retenido aún por mucho tiempo en el cielo.  Varias y repetidas veces se le ofreció el perdón 550 con tal de que se arrepintiese y se sometiese.  Para convencerle de su error se hicieron esfuerzos de que sólo el amor y la sabiduría infinitos eran capaces. 

 Hasta entonces no se había conocido el espíritu de descontento en el cielo. EL MISMO LUCIFER no veía en un principio hasta dónde le llevaría este espíritu;  no comprendía la verdadera naturaleza de sus sentimientos.  Pero cuando se demostró que su descontento no tenía motivo, Lucifer se convenció de que no tenía razón, que lo que Dios pedía era justo, y que debía reconocerlo ante todo el cielo.  De haberlo hecho así, se habría salvado a sí  mismo y a muchos ángeles.  En ese entonces no había él negado aún toda obediencia a Dios. Aunque había abandonado su puesto de querubín cubridor, habría sido no obstante restablecido en su oficio si, reconociendo la sabiduría del Creador, hubiese estado dispuesto a volver a Dios y si se hubiese contentado con ocupar el lugar que le correspondía en el plan de Dios.  PERO EL ORGULLO le impidió someterse.  Se empeñó en defender su proceder insistiendo en que no necesitaba arrepentirse, y se entregó de lleno al gran conflicto con su Hacedor.

Desde entonces dedicó todo el poder de su gran inteligencia a la tarea de engañar, para asegurarse la simpatía de los ángeles que habían estado bajo sus órdenes.  Hasta el hecho de que Cristo le había prevenido y aconsejado fue desnaturalizado para servir a sus pérfidos designios.  A los que estaban más estrechamente ligados a él por el amor y la confianza, Satanás les hizo creer que había sido mal juzgado, que no se había respetado su posición y que se le quería coartar la libertad. 

Después de haber así desnaturalizado las palabras de Cristo,  pasó a prevaricar y a mentir descaradamente, acusando al Hijo de Dios de querer humillarlo ante los habitantes del cielo.  Además trató de crear una situación falsa entre sí mismo y los ángeles aún leales.  Todos aquellos a quienes no pudo sobornar y atraer completamente a su lado, los acusó de indiferencia respecto a los intereses de los seres celestiales.  Acusó a los que permanecían fieles a Dios, de aquello mismo que estaba haciendo. 551

Y para sostener contra Dios la acusación de injusticia para con él, recurrió a una falsa presentación de las palabras y de los actos del Creador.  SU POLÍTICA CONSISTÍA EN CONFUNDIR a los ángeles con argumentos sutiles acerca de los designios de Dios. TODO LO SENCILLO LO ENVOLVÍA EN MISTERIO, y valiéndose de artera perversión, hacia nacer dudas respecto a las declaraciones más terminantes de Jehová. Su posición elevada y su estrecha relación con la administración divina, daban mayor fuerza a sus representaciones,  Y MUCHOS ÁNGELES fueron inducidos a unirse con  él en su rebelión contra la autoridad celestial.
Dios permitió en su sabiduría que Satanás prosiguiese su obra hasta que el espíritu de desafecto se convirtiese en activa rebeldía.  Era necesario que sus planes se desarrollaran por completo para que su naturaleza y sus tendencias quedaran a la vista de todos.  

LUCIFER, como querubín ungido, había sido grandemente exaltado; era muy amado de los seres celestiales y ejercía poderosa influencia sobre ellos.  El gobierno de Dios no incluía sólo a los habitantes del cielo sino también a los de todos los mundos que él había creado; y Satanás pensó que si podía arrastrar a los ángeles del cielo en su rebeldía, podría también arrastrar a los habitantes de los demás mundos.  HABÍA PRESENTADO ARTERAMENTE su manera de ver la cuestión, valiéndose de sofismas y fraude para conseguir sus fines.  TENIA GRAN PODER PARA ENGAÑAR, y al usar su disfraz de mentira había obtenido una ventaja.  Ni aun los ángeles leales podían discernir plenamente su carácter ni ver adónde conducía su obra.

SATANÁS había sido tan altamente honrado, y todos sus actos estaban tan revestidos de misterio, que era difícil revelaron los ángeles la verdadera naturaleza de su obra.  Antes de su completo desarrollo, el pecado no podía aparecer como el mal que era en realidad.  Hasta entonces no había existido en el universo de Dios, y los seres santos no tenían idea de su naturaleza y malignidad.  No podían ni entrever las terribles consecuencias que resultarían de 
poner a un lado la ley de Dios.
 Al principio, Satanás había ocultado su obra bajo una astuta profesión 552 de lealtad para con Dios.  Aseveraba que se desvelaba por honrar a Dios, afianzar su gobierno y asegurar el bien de todos los habitantes del cielo.  MIENTRAS DIFUNDÍA EL DESCONTENTO entre los ángeles que estaban bajo sus órdenes, aparentaba hacer cuanto le era posible por que desapareciera ese mismo descontento.  Sostenía que los cambios que reclamaba en el orden y en las leyes del gobierno de Dios eran necesarios para conservar la armonía en el cielo.

En su actitud para con el pecado, Dios no podía sino obrar con justicia y verdad.  Satanás podía hacer uso de armas de las cuales Dios no podía valerse:  la lisonja y el engaño. 

Satanás había tratado de falsificar la Palabra de Dios y había representado de un modo falso su plan de gobierno ante los ángeles, sosteniendo que Dios no era justo al imponer leyes y reglas a los habitantes del cielo; que al exigir de sus criaturas sumisión y obediencia, sólo estaba buscando su propia gloria.  Por eso debía ser puesto de manifiesto ante los habitantes del cielo y ante los de todos los mundos, que el gobierno de Dios era justo y su ley perfecta.  Satanás había dado a entender que él mismo trataba 
de promover el bien del universo.  
TODOS debían llegar a comprender el verdadero carácter del usurpador y el propósito que le animaba.  Había que dejarle tiempo para que se diera a conocer por sus actos de maldad.


UN PUNTO DE LA CONTROVERSIA
Satanás achacaba a la ley y al gobierno de Dios la discordia que su propia conducta había introducido en el cielo.  Declaraba que todo el mal provenía de la administración divina.  Aseveraba que lo que él mismo quería era perfeccionar los estatutos de Jehová.  Era pues necesario que diera a conocer la naturaleza de sus pretensiones y los resultados de los cambios que él proponía introducirían la ley divina.  Su propia obra debía condenarle.  Satanás había declarado desde un principio que no estaba en rebelión.  El universo entero debía ver al seductor desenmascarado.

Aun cuando quedó resuelto que Satanás no podría permanecer por más tiempo en el cielo, la Sabiduría Infinita no 553 le destruyó.  En vista de que sólo un servicio de amor puede ser aceptable a Dios, la sumisión de sus criaturas debe proceder de una convicción de su justicia y benevolencia.  

LOS HABITANTES DEL CIELO Y DE LOS DEMÁS MUNDOS, no estando preparados para comprender la naturaleza ni las consecuencias del pecado, no podrían haber reconocido la justicia y misericordia de Dios en la destrucción de Satanás.  De haber sido éste aniquilado inmediatamente, aquéllos habrían servido a Dios por miedo mas bien que por amor.  La influencia del seductor no habría quedado destruida del todo, ni el espíritu de rebelión habría sido extirpado por completo.  Para bien del universo entero a través de las edades sin fin, era preciso dejar que el mal llegase a su madurez, y que Satanás desarrollase más completamente sus principios, a fin de que todos los seres creados reconociesen el verdadero carácter de los cargos que arrojara él contra el gobierno divino y a fin de que quedaran para siempre incontrovertibles la justicia y la misericordia de Dios, así como el carácter inmutable de su ley.

COMO UN TESTIMONIO
La rebeldía de Satanás, cual testimonio perpetuo de la naturaleza y de los resultados terribles del pecado, debía servir de lección al universo en todo el curso de las edades futuras.  La obra del gobierno de Satanás, sus efectos sobre los hombres y los ángeles, harían patentes los resultados del desprecio de la autoridad divina.  Demostrarían que de la existencia del gobierno de Dios y de su ley depende el bienestar de todas las criaturas que él  ha formado.  De este modo la historia del terrible experimento de la rebeldía, seria para todos los seres santos una salvaguardia eterna destinada a precaverlos contra todo engaño respecto a la índole de la transgresión, y a guardarlos de cometer pecado y de sufrir el castigo consiguiente.


LA EXPULSIÓN DEL CIELO
El gran usurpador siguió justificándose hasta el fin mismo de la controversia en el cielo.  Cuando se dio a saber que, con todos sus secuaces, iba a ser expulsado de las moradas de la dicha, el jefe rebelde declaró audazmente su desprecio de la  ley  del Creador.  Reiteró su aserto de que los ángeles no necesitaban 554 sujeción, sino que debía dejárselas seguir su propia voluntad, que los dirigiría siempre bien.  Denunció los estatutos divinos como restricción de su libertad y declaró que el objeto que él perseguía era asegurar la abolición de la ley para que,  libres de esta traba,  las huestes del cielo pudiesen alcanzar un grado de existencia más elevado 
glorioso.
De común acuerdo Satanás y su hueste culparon a Cristo de su rebelión, declarando que si no hubiesen sido censurados, no se habrían rebelado.  Así obstinados y arrogantes en su deslealtad, vanamente empezados en trastornar el gobierno de Dios, al mismo tiempo que en son de blasfemia decían ser ellos mismos víctimas inocentes de un poder opresivo, el gran rebelde y todos sus secuaces fueron al fin echados del cielo.


EN LA TIERRA MUESTRA EL MISMO ESPÍRITU.
El mismo espíritu que fomentara la rebelión en el cielo continúa inspirándole en la tierra.  Satanás ha seguido con los hombres la misma política que siguiera con los ángeles.  Su espíritu impera ahora en los hijos de desobediencia.  Como él,  tratan éstos de romper el freno de la ley de Dios, y prometen a los hombres la libertad mediante la transgresión de los preceptos de aquélla.  La reprensión del pecado despierta aún el espíritu de odio y resistencia.  Cuando los mensajeros que Dios envía para amonestar tocan a la conciencia, Satanás induce a los hombres a que se justifiquen y a que busquen la simpatía de otros en su camino de pecado.  En  lugar de enmendar sus errores, despiertan la indignación contra el que los reprende, como si éste fuera la única causa de la dificultad. 

 Desde los días del justo Abel hasta los nuestros, tal ha sido el espíritu que se ha manifestado contra quienes 
osaron condenar el pecado.

Mediante la misma falsa representación del carácter de Dios que empleó en el cielo, para hacerle parecer severo y tiránico, Satanás indujo al hombre a pecar.  Y  logrado esto, declaró que las restricciones injustas de Dios habían sido causa de la caída del hombre, como lo habían sido de su propia rebeldía.
Pero el mismo Dios eterno da a conocer así su carácter: "¡Jehová, Jehová, Dios compasivo y clemente, lento en iras y 555 grande en misericordia y en fidelidad: que usa de misericordia hasta la milésima generación; que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, pero que de ningún modo tendrá por inocente al rebelde!" (Éxodo 34: 6, 7, V.M.)

Al Echar A Satanás Del Cielo, Dios Hizo Patente Su Justicia Y Mantuvo El Honor De Su Trono.  


EL AMOR DE DIOS EN ACCIÓN
Pero cuando el hombre pecó cediendo a las seducciones del espíritu apóstata, Dios dio una prueba de su amor, consintiendo en que su Hijo unigénito muriese por la raza caída.  El carácter de Dios se pone de manifiesto en el sacrificio expiatorio de Cristo.  El poderoso argumento de la cruz demuestra a todo el universo que el gobierno de Dios no era de ninguna manera responsable del camino de pecado que Lucifer había escogido.

El carácter del gran engañador se mostró tal cual era en la lucha entre Cristo y Satanás, durante el ministerio terrenal del Salvador.  NADA HABRÍA PODIDO DESARRAIGAR tan completamente las simpatías que los ángeles celestiales y todo el universo leal pudieran sentir hacia Satanás, como su guerra cruel contra el Redentor del mundo.  Su  petición atrevida y blasfema de que Cristo le rindiese homenaje, su orgullosa presunción que le hizo transportarlo a la cúspide del monte y a las almenas del templo, la intención malévola que mostró al instarle a que se arrojara de aquella vertiginosa altura, la inquina implacable con la cual persiguió al Salvador por todas partes, e inspiró a los corazones de  los sacerdotes  y  del  pueblo  a  que  rechazaran  su  amor  y  a  que  gritaran  al fin:  " ¡Crucifícale! ¡crucifícale!"- todo esto, despertó el asombro y la indignación del universo.

FUE SATANÁS EL QUE IMPULSÓ AL MUNDO 
A RECHAZAR A CRISTO.  
El  príncipe del mal hizo cuanto  pudo y empleó toda su astucia para matar a Jesús, pues vio que la misericordia y el amor del Salvador, su compasión y su tierna piedad estaban representando ante el mundo el carácter de Dios.  Satanás disputó todos los asertos del Hijo de Dios, y empleó a los hombres como agentes suyos para llenar la vida del Salvador de sufrimientos y penas.  Los sofismas y las mentiras por medio de los cuales 556 procuró obstaculizar la obra de Jesús, el odio manifestado por los hijos de rebelión, sus acusaciones crueles contra Aquel cuya vida se rigió por una bondad sin precedente, todo ello provenía de un sentimiento de venganza profundamente arraigado.  Los fuegos concentrados de la envidia y de la malicia, del odio y de la venganza, estallaron en el Calvario contra el Hijo de Dios, mientras el cielo miraba con silencioso horror.


CONSUMADO YA EL GRAN SACRIFICIO, Cristo subió al cielo, rehusando la adoración de los ángeles, mientras no hubiese presentado la petición: "Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo." (S.  Juan 17:24.) Entonces, con amor  y poder indecibles, el Padre respondió desde su trono: "Adórenle todos los ángeles de Dios." (Hebreos 1: 6.) No había ni una mancha en Jesús.  Acabada su humillación, cumplido su sacrificio, le fue dado un nombre que está por encima de todo otro nombre. Entonces fue cuando la culpabilidad de Satanás se destacó en toda su desnudez.  
HABÍA dado a conocer su verdadero carácter de mentiroso y asesino.  Se echó de ver que el mismo espíritu con el cual él gobernaba a los hijos de los hombres que estaban bajo su poder, lo habría manifestado en el cielo si hubiese podido gobernar a los habitantes de éste.  
HABÍA aseverado que la transgresión de la ley de Dios traería consigo libertad y ensalzamiento; pero lo que trajo en realidad fue servidumbre y degradación.

LOS FALSOS CARGOS de Satanás contra el carácter del gobierno divino aparecieron en su verdadera luz.  El había acusado a Dios de buscar tan sólo su propia exaltación con las exigencias de sumisión y obediencia por parte de sus criaturas, y había declarado que mientras el Creador exigía que todos se negasen a sí mismos él mismo no practicaba la abnegación  ni  hacia  sacrificio alguno.  

Entonces se vio que para salvar una raza caída y pecadora, el Legislador del universo había hecho el mayor sacrificio que el amor pudiera inspirar, pues "Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a si." (2 Corintios  5:19.) 557 Vióse además que mientras Lucifer había abierto la puerta al pecado debido a su sed de honores   y supremacía, Cristo, para destruir el pecado, se había humillado y hecho obediente hasta la muerte.

DIOS había manifestado cuánto aborrece los principios de rebelión.  Todo el cielo vio su justicia revelada, tanto en la condenación de Satanás como en la redención del hombre.  Lucifer había declarado que si la ley de Dios era inmutable y su penalidad irremisible, todo transgresor debía ser excluído para siempre de la gracia del Creador.  El había sostenido que la raza pecaminosa se encontraba fuera del alcance de la redención y era por consiguiente presa legítima suya.  PERO LA MUERTE DE CRISTO fue un argumento irrefutable en favor del hombre.  La penalidad de la ley caía sobre él que era igual a Dios, y el hombre quedaba libre de aceptar la justicia de Dios y de triunfar del poder de Satanás mediante una vida de arrepentimiento y humillación, como el Hijo de Dios había triunfado.  Así Dios es justo, al mismo tiempo que justifica a todos los que creen en Jesús.

DOS MOTIVOS POR LA CUAL 
VINO JESÚS AL MUNDO.
Pero No Fue Tan Sólo Para Realizar La Redención Del Hombre para lo que Cristo vino a la tierra a sufrir y morir.  Vino Para Engrandecer LA LEY y hacerla honorable.  

Ni fue tan sólo para que los habitantes de este mundo respetasen la ley cual debía ser respetada, sino también para demostrar a todos los mundos del universo que la ley de Dios es inmutable.  Si las exigencias de ella hubiesen podido descartarse, el Hijo de Dios no habría necesitado dar su vida para expiar la transgresión de ella.  La muerte de Cristo prueba que la ley es inmutable.  Y el sacrificio al cual el amor infinito impelió al Padre y al Hijo a fin de que los pecadores pudiesen ser redimidos, demuestra a todo el universo -y nada que fuese inferior a este plan habría bastado para demostrarlo- que la justicia y la misericordia son el fundamento de la ley y del 
gobierno de Dios.

EN LA EJECUCIÓN FINAL del, juicio se verá que no existe causa para el pecado.  Cuando el Juez de toda la tierra pregunte a 558 Satanás: "¿Por qué te rebelaste contra mí  y  arrebataste  súbditos de mi reino?" el autor del mal no podrá ofrecer excusa alguna. Toda boca permanecerá cerrada, todas las huestes rebeldes quedarán mudas.

MIENTRAS LA CRUZ DEL CALVARIO proclama el carácter inmutable de la ley, declara al universo que la paga del pecado es muerte. El grito agonizante del Salvador:  "Consumado es,"  fue  el  toque de agonía para Satanás.  Fue entonces cuando quedó zanjado el gran conflicto que había durado tanto tiempo y asegurada la extirpación final del mal.  El Hijo de Dios atravesó los umbrales de la tumba, "para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, al diablo." (Hebreos 2: 14.) 

EL DESEO que Lucifer tenia de exaltarse a si mismo le había hecho decir: "¡Sobre las estrellas de Dios ensalzaré mi trono, . . . seré semejante al Altísimo!" Dios declara: "Te torno en ceniza sobre la tierra, . . . y no existirás más para siempre." (Isaías 14: 13, 14; Ezequiel  28: 18, 19, V.M.) Eso será cuando venga  "el día ardiente como un horno; y todos los soberbios, y todos los que hacen maldad, serán estopa; y aquel día que vendrá, los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, el cual no les dejará ni raíz ni rama." (Malaquías 4: 1.)

AL FINAL QUEDARÁ TODO ACLARADO. 
¡QUE DIOS ES AMOR!
TODO EL UNIVERSO habrá visto la naturaleza y los resultados del pecado.  Y su destrucción completa que en un principio hubiese atemorizado a los ángeles y deshonrado a Dios, justificará entonces el amor de Dios y establecerá su gloria ante un universo de seres que se deleitarán en hacer su voluntad, y en cuyos corazones se encontrará su ley. Nunca más se manifestará el mal.  La Palabra de Dios dice: "No se levantará la aflicción segunda vez." (Nahum 1: 9, V.M.) La ley de Dios que Satanás vituperó como yugo de servidumbres será honrada como ley de libertad.  Después de haber pasado por tal prueba y experiencia, la creación no se desviará jamás de la sumisión a  Aquel que se dio a conocer en sus obras como Dios de amor insondable 
y sabiduría infinita. 
El Conflicto De Los Siglos (EGW).

III. EL TABACO (Más Mortal Que EL Alcohol)

  1. EFECTOS DEL USO DEL TABACO. EFECTOS EN EL CUERPO.  El Tabaco es un veneno lento e insidioso, y sus efectos son más difíciles de eli...