Truena Dios maravillosamente con su voz; él hace grandes cosas, que
nosotros no entendemos. Job 37:5.
Cuando Dios
promulgó su ley en forma audible desde el Sinaí, introdujo el mandamiento del
sábado: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”. Luego
declaró inequívocamente lo que se debe hacer durante los
primeros seis días, y qué se debe hacer en el séptimo.
Después, como
razón para observar la semana de ese modo, les recuerda su
propio ejemplo en los primeros siete días de tiempo: “Porque en seis días hizo Jehová los
cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el
séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”. Éxodo
28:8-11.
Esta razón
resulta hermosa y convincente únicamente cuando comprendemos que el registro de
la creación habla de días literales.
Los primeros
seis días de cada semana nos fueron dados para trabajar, porque Dios empleó el mismo período de la
primera semana en la obra de la creación.
Apartó el
séptimo día para que fuera un día de reposo, en conmemoración de su
propio descanso durante el mismo
período, después de terminar la obra de la creación en seis
días.
Pero la suposición infiel que pretende
que los acontecimientos de
la primera semana requirieron siete períodos
largos y de duración indefinida, atenta directamente contra el fundamento del sábado del
cuarto mandamiento.
Hace oscuro e
indefinido aquello que Dios hizo sumamente claro.
Es la peor
clase de infidelidad, porque para muchos que pretenden creer el relato de
la creación, es infidelidad
encubierta.
Acusa a Dios con
ordenarnos observar un día de
siete días literales en conmemoración de siete
períodos indefinidos, lo que es contrario a sus tratos con nosotros, y es una impugnación de su
sabiduría...
La
Palabra de Dios nos ha sido dada para que sirva de
lámpara a nuestros pies y de luz para
nuestro camino.
Las
personas que le den la espalda a su Palabra
y se
esfuercen por descubrir los maravillosos misterios de Jehová mediante su propia filosofía ciega, tropezarán
en la oscuridad.
A los
mortales se les ha concedido una guía
por medio de la cual pueden seguir
los pasos de Jehová y de su obra
tan lejos como sea posible para su propio bien.
La Inspiración, al darnos a conocer la historia del diluvio, nos ha explicado misterios prodigiosos que la geología, sin la ayuda de la Inspiración, jamás podría haber desentrañado.
The Signs
of the Times, 20 de marzo de 1879. Ver Exaltad a Jesús, 46, 53. [150]
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=zcAYKLM11T4&list=PLVsLdOIe7sVuUZaZ1uR2ftk0UT8XIe3vg&index=22&pp=sAQB
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