viernes, 22 de marzo de 2024

III. EL TABACO (Más Mortal Que EL Alcohol)

 
1. EFECTOS DEL USO DEL TABACO.

EFECTOS EN EL CUERPO.

 El Tabaco es un veneno lento e insidioso, y sus efectos son más difíciles de eliminar del organismo que los del alcohol (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 424).

El uso del tabaco es un hábito que con frecuencia afecta el sistema nervioso de una manera más poderosa que el uso de alcohol.  Ata a la víctima con lazos de esclavitud aún más fuertes de los de la copa embriagante; el hábito es más difícil de vencer.  

En muchos casos, cuerpo y mente están intoxicados más profundamente con el uso del tabaco que con los licores espirituosos, porque es un veneno más sutil (3Testimonies 562).

LOS QUE USAN TABACO SON CULPABLES ANTE DIOS.

Los que usan tabaco, son culpables ante Dios.  El tabaco, en cualquier forma se lo use, afecta el organismo.  Es un veneno lento.  Afecta el cerebro y ofusca la facultad de razonar, de manera que la mente no puede discernir claramente las cosas espirituales, especialmente aquellas verdades que tendrían una tendencia para corregir esta corrupta complacencia.  Los que usan el tabaco en cualquier forma no son limpios delante de Dios.  Es imposible para ellos glorificar a Dios con semejante práctica corrupta en sus cuerpos y en sus espíritus, que son de Dios.  Y mientras sigan usando venenos lentos pero seguros, que están arruinando su salud y rebajando las facultades de la mente, Dios no puede aprobarlos.  Puede tener misericordia de ellos mientras se complacen en este hábito pernicioso sin saber el daño que les está haciendo, pero cuando se les presenta el asunto en su verdadera luz, entonces son culpables delante de Dios si siguen complaciendo este indecoroso apetito (Counsels on Health, pág. 81).

 DISMINUYE LA RESISTENCIA Y DEBILITA LAS FACULTADES DE RECUPERACIÓN.

El poder sanador de Dios gobierna sobre todo la naturaleza. 50 Si un ser humano se corta la carne o se rompe un hueso, la naturaleza comienza inmediatamente a curar la herida, preservando de esta forma la vida del hombre.  Pero el hombre puede colocarse en una posición donde la naturaleza es estorbada, de modo que no puede hacer su obra. . . . Si se usa tabaco, . . . el poder sanador de la naturaleza se debilita en mayor o menor medida (Medical Ministry, pág. 11). 

LA SIEMBRA Y LA COSECHA.

Recuerden viejos y jóvenes que ante toda violación de las leyes de la vida la naturaleza hará sentir su protesta.  El castigo caerá sobre las facultades tanto mentales como físicas, y no se detendrá en el que con culpable liviandad practica este hábito.  Los efectos de su mala conducta se ven en su descendencia, y así los males hereditarios se transmiten hasta la tercera y la cuarta generación.  

Pensad en esto, padres, cuando os complacéis con el tabaco, esa sustancia nociva que ofusca la mente y el alma. ¿Adónde os llevará esta práctica? ¿A quién afectará, además de vosotros? (Signs of the Times, 6-12-1910).

Entre los niños y jóvenes el uso del tabaco hace un daño incalculable.  Las prácticas malsanas de las generaciones pasadas afectan a los niños y jóvenes de hoy.  La incapacidad mental, la debilidad física, las perturbaciones nerviosas y los deseos antinaturales se transmiten como un legado de padres a hijos.  Y las mismas prácticas, seguidas por los hijos, aumentan y perpetúan los malos resultados.  A esta causa se debe en gran parte la deterioración física, mental y moral que produce tanta alarma.

Los muchachos empiezan a hacer uso del tabaco en edad muy temprana.  El hábito que adquieren cuando el cuerpo y la mente son particularmente susceptibles a sus efectos, socava la fuerza física, impide el crecimiento del cuerpo, embota la inteligencia y corrompe la moralidad (El Ministerio de Curación, pág. 252).

 
COMIENZOS DE LA INTEMPERANCIA DEL TABACO.

No hay apetito natural por el tabaco en la naturaleza, a menos que sea heredado (Manuscrito 9, 1893). Por el uso del té y del café se forma un apetito por el tabaco (Testimonies, tomo 3, pág. 563).

Los alimentos a base de carne y altamente sazonados, y el té y café cuyo consumo algunas madres fomentan en sus hijos, 51 sus hijos, los preparan para desear estimulantes más fuertes, como el tabaco.  El uso de éste despierta el deseo de ingerir bebidas alcohólicas (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 419).

El alimento preparado con condimentos y especias, inflama el estómago, corrompe la sangre y prepara el camino para estimulantes más fuertes.  Produce debilidad nerviosa, impaciencia y falta de dominio propio.  Luego siguen el tabaco y la copa de vino (Signs of the Times, 27-10-1887).

 
VIDAS SACRIFICADAS.

El alcohol y el tabaco contaminan la sangre de los hombres, y miles de vidas se sacrifican cada año a estos venenos (Health Reformer, noviembre de 1871).

La naturaleza hace todo lo que puede para eliminar el tabaco, sustancia venenosa, pero a menudo es vencida.  Renuncia a la lucha para eliminar al intruso, y la vida se sacrifica en el conflicto (Manuscrito 3, 1897).

 USAR TABACO ES SUICIDARSE.

Dios requiere pureza de corazón y limpieza personal ahora tanto como cuando dio sus instrucciones especiales a los hijos de Israel.  Si Dios fue tan minucioso en exigir la limpieza de aquellos que estaban viajando en el desierto, que estaban casi todo el tiempo al aire libre, no requiere menos de nosotros que vivimos en casas techadas donde las impurezas son más visibles, y que tenemos un ambiente menos saludable. 

El tabaco es un veneno de la especie más engañosa y maligna porque tiene una influencia, excitante primero y luego paralizadora, sobre los nervios del cuerpo.  Es tanto más peligroso porque sus efectos en el organismo son muy lentos y al principio difíciles de ser apreciados.  Multitudes han caído víctimas de su influencia venenosa.  Ciertamente se han suicidado mediante este lento veneno.  Preguntarnos, ¿cuál será su despertar en la mañana de la resurrección? (Spiritual Gifts, tomo 4, pág. 128).

NO HAY DEFENSA.

La intemperancia de cualquier especie es como un grillete que tiene asidos a los seres humanos.  Los embriagados por el tabaco se están multiplicando. ¿Qué diremos de este mal?  Es sucio; nubla la mente; embota los sentidos; encadena la voluntad; mantiene a sus víctimas en la esclavitud de hábitos difíciles de vencer; tiene a Satanás por abogado.  Destruye las claras percepciones de la  52 mente de manera que el pecado y la corrupción no pueden distinguirse de la verdad y la santidad.  Este apetito por el tabaco es autodestructor.  Lleva a un anhelo por algo más fuerte: los vinos y bebidas fermentadas, todos los cuales son embriagantes (Carta 102a, 1897).

 
2. LA INFLUENCIA CONTAMINADORA Y DESMORALIZADORA DEL TABACO.

LO ENCONTRAMOS EN TODAS PARTES.

Doquiera vayamos, encontramos al aficionado al tabaco que está debilitando mente y cuerpo con su complacencia favorita. ¿Tienen derecho los hombres a privar a su Hacedor y al mundo del servicio que les corresponde? . . .

Es un hábito repugnante que contamina al que lo practica y es muy molesto para los demás.  Difícilmente podemos pasar a través de una muchedumbre sin que los hombres nos arrojen al rostro su aliento envenenado.  

Es desagradable, si no peligroso, permanecer en un vagón de tren o en una habitación donde la atmósfera está impregnada de los olores del alcohol y del tabaco (Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 33, 34).

 MALDICE Y MATA.

Mujeres y niños sufren por tener que respirar en la atmósfera que ha sido contaminada por la pipa, el cigarro, o el pestilente aliento del que usa tabaco.  Los que viven en esta atmósfera siempre estarán enfermos (Testimonies, tomo 5, pág. 440).

Los pulmones de los niños sufren y se enferman al inhalar la atmósfera de una habitación envenenada por el aliento corrompido del que usa tabaco.  Muchos niños se envenenan inevitablemente al dormir en las camas con sus padres fumadores.  Al inhalar los efluvios venenosos del tabaco, arrojados de los pulmones y eliminados por los poros de la piel, el organismo del niño se llena de veneno.  Mientras que en algunos niños actúa como un veneno lento y afecta el cerebro, el corazón, el hígado y los pulmones, que se van debilitando y desmejorando paulatinamente, en otros tiene una influencia más directa, produciendo espasmos, ataques, parálisis y muerte repentina.

Los padres adoloridos lloran la pérdida de sus amados, y se preguntan el porqué de los misteriosos caminos de Dios, quien los ha afligido tan cruelmente, cuando la Providencia no dispuso la muerte de esos niños.  Murieron mártires del corrompido deseo de tabaco. 53 Cada exhalación de los pulmones del esclavo del tabaco envenena el aire a su alrededor (Health Reformer, enero de 1872).

 UN FACTOR DEL AUMENTO DEL CRIMEN.

El uso del tabaco y de las bebidas alcohólicas tiene mucho que ver con el aumento de la enfermedad y el crimen (Manuscrito 29, 1886).

El uso de licores o del tabaco destruye los nervios sensitivos del cerebro y obnubila la facultad de razonar.  Bajo su influencia se cometen crímenes que no se hubieran perpetrado si la mente hubiese estado clara y libre de la influencia de estimulantes o sustancias que nublan la mente (Manuscrito 38 1/2, 1905).

SATANÁS DOMINA LA MENTE PARALIZADA.

Miles de personas están continuamente vendiendo vigor físico, mental y moral por el placer del gusto.  Cada facultad tiene su oficio distintivo, pero todas tienen una relación de dependencia mutua.  Si se conserva cuidadosamente el equilibrio, serán guardadas en acción armoniosa.  Ninguna de estas facultades puede valuarse en billetes y monedas.  Sin embargo se las vende por un buen almuerzo, por alcohol o por tabaco.  Paralizadas estas facultades por la complacencia del apetito, Satanás domina la mente y lleva a cometer toda suerte de crímenes y maldades (Review and Herald, 18-3-1875).

¿FUMARÁN LAS MUJERES?

Dios no quiere que la mujer se rebaje a usar esta asquerosa y entontecedora sustancia.  Cuán repugnante es el cuadro que uno puede imaginarse, de una mujer cuyo aliento esté envenenado por el tabaco.  Uno se estremece al pensar en los niñitos que rodean con los brazos su cuello y ponen sus labios frescos y puros sobre los labios de esa madre, manchados y contaminados por el desagradable fluido y el olor del tabaco.  Sin embargo, este cuadro resalta como más repugnante porque es menos frecuente que el que ofrece el padre, el señor de la casa, que se contamina con esta repugnante mala hierba.  No es de extrañar que veamos niños apartarse del beso del padre al cual aman, y si lo besan no lo hacen en los labios, sino en la mejilla o en la frente, donde sus labios puros no serán contaminados (Health Reformer, septiembre de 1877).


EL ÚNICO CAMINO SEGURO.

Muchas son las tentaciones que acosan por todos lados a los jóvenes para arruinarles el futuro, tanto de este mundo como del venidero.  Pero el único camino seguro para jóvenes y viejos es vivir en estricta conformidad con los principios de la ley física y moral. 54 El camino de la obediencia es el único que lleva al cielo. 

Los esclavos del alcohol y del tabaco darían, a veces, cualquier cantidad de dinero, si al hacerlo pudiesen vencer su apetito por esas complacencias que destruyen cuerpo y alma.  Los que no quieran someter al dominio de la razón los apetitos y las pasiones, los complacerán a expensas [del cumplimiento de] obligaciones físicas y morales (Review and Herald, 18-3-1875).

 EL PODER ESCLAVIZADOR DEL TABACO.

Al atar sobre los hombres el terrible hábito del tabaco, Satanás se propone paralizar el cerebro y confundir el juicio, de manera que no se disciernan las cosas sagradas.  

Una vez formado el apetito por esta sustancia nociva, se apodera firmemente de la mente y de la voluntad del hombre, el cual está en cautiverio bajo su poder.  Satanás tiene el dominio de la voluntad, y las realidades eternas son eclipsadas.  El hombre no puede erguirse en la virilidad que Dios le ha dado; es un esclavo del apetito pervertido (Carta 8, 1893).

Los que aseguran que el tabaco no les perjudica pueden convencerse de su error absteniéndose del mismo durante unos pocos días: los nervios agitados, la cabeza aturdida, la irritabilidad que sienten les probarán que esta complacencia pecaminosa los ha reducido a la servidumbre.  Ha vencido el poder de la voluntad.  Son esclavos de un vicio terrible en sus resultados (Signs of the Times, 27-10-1887).

 EL TESTIMONIO DE LOS QUE VENCIERON.

Al dirigir en cierta oportunidad la palabra, pedimos que se levantaran aquellos que habían sido adictos al uso del tabaco, pero que habían dejado de serlo por causa de la luz que habían recibido mediante la verdad.  En respuesta se levantaron entre treinta y cinco y cuarenta personas, diez o doce de las cuales eran mujeres.  Luego invitamos a que se levantaran aquellos a quienes los médicos les habían dicho que sería fatal para ellos dejar el uso del tabaco, porque se habían acostumbrado tanto a su estímulo artificial que no podrían vivir sin él.  En respuesta se levantaron ocho personas, cuyos rostros indicaban sanidad mental y física (Review and Herald, 23-8-1877).

 UNA ADVERTENCIA CONTRA LA PRESUNCIÓN.

Padres, amonestad a vuestros hijos contra el pecado de presunción.  Enseñadles que es presunción alimentar el apetito por el tabaco, 55 el alcohol o cualquier cosa dañina.  Enseñadles que sus cuerpos son propiedad de Dios.  Son suyos por creación y por redención.  No son dueños de sí mismos, porque han sido comprados por precio.  Enseñadles que el cuerpo es templo de Dios y que no debe ser debilitado y enfermado por la complacencia del apetito.

El Señor no creó la enfermedad y debilidad que hoy ven en los cuerpos y en las mentes de la raza humana. El enemigo ha hecho esto.  El desea debilitar el cuerpo, sabiendo que es el único medio por el cual pueden desarrollarse la mente y el alma para edificar un carácter simétrico. Los hábitos que son contrarios a las leyes de la naturaleza batallan constantemente contra el alma.

Dios os llama a hacer una obra que mediante su gracia podéis hacer. ¿Cuántos cuerpos sanos hay que puedan ser presentados a Dios como un sacrificio que él aceptará en su servicio? ¿Cuántos pueden presentarse con la virilidad o femineidad que Dios les ha dado? ¿Cuántos pueden hacer gala de una pureza de gustos, apetitos y hábitos que pueda compararse con la de Daniel? ¿Cuántos tienen nervios calmos, mente clara y juicio sano? (Signs of the Times 4-4-1900).


 3. LA PROFANACIÓN DEL TEMPLO DE DIOS.

INCONVENIENTE, COSTOSO, SUCIO.

El uso del tabaco es un hábito inconveniente, costoso y sucio.  Las enseñanzas de Cristo, que señalan la pureza, la abnegación y la temperancia, todas reprenden esta práctica corruptora. . . . ¿Es para gloria de Dios que los hombres debiliten las facultades físicas, confundan el cerebro y rindan la voluntad a este veneno entontecedor? (Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 17, 18).

MIRANDO A TRAVÉS DE VENTANAS NUBLADAS.

El joven que haya adquirido la costumbre de usar tabaco habrá contaminado todo su ser.  La voluntad ya no tiene la prontitud y la fuerza que hacían de él, antes que aceptara el veneno del enemigo, una persona valiosa y en quien podía confiarse. . .No era necesario que su mente decayera.  No necesitaba haber perdido la inspiración que viene de Dios.  Pero cuando el agente humano trabaja en perfecta armonía con el destructor, agitando nervios y músculos. . . de toda la estructura humana, 56 está dañando la maquinaria mediante la cual trabaja el intelecto.  Está nublando las ventanas a través de las cuales ve.  Lo ve todo bajo una luz pervertida (Manuscrito 17, 1898).

 INCIENSO A SU MAJESTAD SATÁNICA.

Al ver a personas que pretendían gozar de la bendición de una completa santificación mientras eran esclavas del tabaco y escupían y contaminaban todo a su alrededor, he pensado: ¿Qué tal sería el cielo si en él hubiera personas que usan tabaco?  Los labios que estaban tomando el nombre precioso de Cristo estaban contaminados por la saliva mezclada con tabaco, el aliento estaba corrompido por el hedor, y los mismos rasgos denotaban contaminación; el alma que amaba esa suciedad y se gozaba en esa atmósfera venenosa, también tenía que estar contaminada.  Las señales exteriores testificaban de lo que había adentro.

Hombres que profesan piedad ofrecen sus cuerpos en el altar de Satanás, y queman el incienso del tabaco a su majestad satánica. ¿Parece severa esta afirmación?  

La ofrenda debe ser presentada a alguna deidad.  Como Dios es puro y santo y no aceptará nada que sea contaminador en su carácter, rechaza este sacrificio costoso, inmundo y profano; por lo tanto concluimos que es Satanás quien reclama ese honor (Counsels on Health, pág. 83).

LA PIPA O EL CIELO.

He visto más de un ejemplo del poder de estos hábitos.  Conocí a una mujer cuyo médico le había aconsejado que fumara como remedio para el asma.  Según las apariencias, había sido una ferviente cristiana durante muchos años, pero llegó a ser tan adicta a fumar, que cuando se la instó a renunciar a ese hábito por malsano y contaminador, se negó terminantemente a hacerlo.  Dijo: "Cuando se me presente claramente el asunto de que debo renunciar a mi pipa o perder el cielo, entonces diré: 'Adiós, cielo'; no puedo abandonar mi pipa".  Esta mujer sólo estaba expresando con palabras lo que muchos dicen con sus actos.  Dios, el hacedor de cielo y tierra, el que creó al hombre y exige todo su corazón, todos sus afectos, es puesto en segundo lugar después de este repugnante y contaminador hábito molesto, el tabaco (Carta 8, 1893).

El universo no caído se asombra que se descarte a Cristo en favor de estas complacencias que destruyen alma y cuerpo (Carta 8, 1893). 57

 DÉBIL APRECIACIÓN DE LA EXPIACIÓN Y DE LAS COSAS ETERNAS.

Cuando practicamos un régimen de comida y bebida que disminuye el vigor mental y físico, o somos hechos presa de hábitos que tienden hacia ese resultado, deshonramos a Dios porque le robamos el servicio que él exige de nosotros.  Los que adquieren y fomentan el apetito artificial por el tabaco, lo hacen a expensas de la salud.  Están destruyendo energía nerviosa, cercenando fuerza vital y sacrificando fortaleza mental.

Los que profesan ser seguidores de Cristo y tienen este terrible pecado en la puerta, no pueden tener una elevada apreciación de la expiación y una alta estima de las cosas eternas.  Las mentes que están ofuscadas y parcialmente paralizadas por sustancias malsanas, son vencidas fácilmente por la tentación y no pueden gozar de comunión con Dios (Signs of the Times, 6-1-1876).

 SI CRISTO Y LOS APÓSTOLES ESTUVIERAN AQUÍ.

El apóstol Santiago dice que la sabiduría que viene de arriba "primeramente es pura".  Si él hubiera visto a sus hermanos usar tabaco, ¿no habría denunciado la práctica como "terrena, animal, diabólica"? (La Edificación del Carácter y la Formación de la Personalidad, pág. 24).

Si Pedro estuviera ahora en la tierra, exhortaría a los que dicen ser seguidores de Cristo a abstenerse de los deseos carnales que batallan contra el alma.  Pablo pediría a todas las iglesias que se limpiaran de toda contaminación de carne y espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.  Cristo echaría del templo a aquellos que estuvieran contaminados por el uso del tabaco y que mancillaran el santuario de Dios con su aliento tabacal.  Diría a esos adoradores, como a los judíos: "Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones".  

Nosotros diríamos a los tales: Vuestras ofrendas profanas de tabaco mascado y arrojado, contaminan el templo, y Dios las abomina.  Vuestra adoración no es aceptable, porque vuestros cuerpos, que debieran ser templos del Espíritu Santo, están contaminados.  Vosotros también robáis a la tesorería de Dios miles de dólares por complacer el apetito artificial (Signs of the Times, 13-8-1874).

 SACERDOTES QUE USARAN TABACO HABRÍAN SUFRIDO LA MUERTE.

Los sacerdotes, que ministraban en las cosas sagradas, recibieron la orden de lavarse pies y manos antes de entrar en el tabernáculo, 58 a la presencia de Dios, para pedir por Israel, para que no profanasen el santuario.  Si los sacerdotes hubiesen entrado al santuario con la boca contaminada por el tabaco, habrían compartido la suerte de Nadab y Abiú.  Sin embargo, profesos cristianos se inclinan delante de Dios en sus familias para orar, con sus labios contaminados por la suciedad del tabaco. . . .

 
SED LIMPIOS.

Hombres que han sido apartados por la imposición de las manos para ministrar en las cosas sagradas, a menudo se paran detrás del púlpito con su boca contaminada, sus labios mancillados y su aliento corrompido por las suciedades del tabaco.  Hablan a la congregación en lugar de Cristo. ¿Cómo puede un servicio tal ser aceptable a un Dios santo, que exigía que los sacerdotes de Israel hicieran preparativos muy especiales antes de entrar a su presencia, para que su augusta santidad no los consumiera por deshonrarlo, como en el caso de Nadab y Abiú?

Pueden estar seguros los tales que el poderoso Dios de Israel es todavía un Dios de limpieza.  Profesan servir a Dios mientras están cometiendo idolatría, haciendo un dios de su apetito.  El tabaco es su ídolo acariciado.  Toda consideración elevada y santa debe inclinarse ante él.  Profesan ser adoradores de Dios, y al mismo tiempo están violando el primer mandamiento.  Tienen otros dioses delante de Jehová.  "¡Sed limpios, los que lleváis los vasos de Jehová!" (Spiritual Gifts, tomo 4, págs. 127, 128).

NO CONTAMINARÁ EL TEMPLO DE DIOS.

Dios desea que todos los que creen en él sientan la necesidad de mejorar.  Debe aumentarse toda facultad recibida.  No debe ponerse a un lado ningún don.  

Como labranza y edificio de Dios, el hombre está bajo su supervisión en todo sentido de la palabra, y cuanto más se familiarice con su Hacedor, tanto más sagrada considerará su propia vida.  No pondrá tabaco en su boca, sabiendo que contamina el templo de Dios.  No beberá vino o licor, porque, como el tabaco, degradan todo el ser (Manuscrito 130, 1899).

 
4. UN DERROCHE DE ECONOMÍAS.

EL DINERO DE DIOS DESPILFARRADO.

El amor al tabaco es un deseo apremiante.  Por él se despilfarran medios que ayudarían en la buena obra de vestir al desnudo, alimentar al hambriento y enviar la verdad a las pobres almas sin Cristo. 59 ¡Qué registro aparecerá cuando las cuentas de la vida sean arregladas en el libro de Dios!  Aparecerá que enormes sumas de dinero se han gastado en tabaco y bebidas alcohólicas. ¿Para qué? ¿Para asegurar la salud y prolongar la vida? ¡Oh, no! ¿Para ayudar en el logro de un carácter cristiano y la aptitud para la compañía de los santos ángeles? ¡Oh, no!, sino para fomentar un depravado apetito artificial por aquello que envenena y mata, no sólo a quien lo usa, sino a aquellos a quienes transmite su legado de enfermedad y debilidad mental (ST 27- 10-1887).

TODOS DEBERÁN DAR CUENTA.

Millones de dólares se gastan en estimulantes y estupefacientes.  Todo este dinero pertenece por derecho a Dios, y los que de esta forma malversan los bienes confiados por él, algún día serán llamados a rendir cuenta de cómo han usado los bienes de su Señor (Carta 243a, 1905).

LOS QUE USAN TABACO QUE CONSIDEREN LO QUE HACEN.

¿Habéis considerado vuestra responsabilidad como mayordomos de Dios respecto a los recursos que están en vuestras manos? ¿Cuánto dinero del Señor gastáis en tabaco?  Recapacitad en lo que habéis gastado así en toda vuestra vida. ¿Cómo se compara el importe de lo gastado en este vicio con lo que habéis dado para aliviar a los pobres y difundir el Evangelio?

Ningún ser humano necesita tabaco; en cambio hay muchedumbres que mueren por falta de los recursos que gastados en tabaco resultan más que derrochados. ¿No habéis malgastado los bienes del Señor? ¿No os habéis hecho reos de hurto para con Dios y para con vuestros semejantes? ¿No sabéis que "no sois vuestros?  Porque comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (El Ministerio de Curación, pág. 253).

APETITO VERSUS AFECTO NATURAL Y EXIGENCIAS DE DIOS.

Los esclavos del tabaco verán a sus familias sufrir por falta de comodidades de vida y del alimento necesario, pero no tendrán la fuerza de voluntad para renunciar a su tabaco.  Los clamores del apetito prevalecen sobre el afecto natural.  Los domina el apetito, que tienen en común con las bestias.  No progresaría la causa del cristianismo, ni aun de la humanidad, si dependiera de quienes usan habitualmente tabaco y licor.  Si tuvieran medios para dedicar solamente en un sentido, la tesorería del Señor no estaría bien abastecida, pero ellos dispondrían de su tabaco y licor. 60 El que idolatra el tabaco no renunciará a su apetito por la causa de Dios (Review and Herald, 8-8- 1874). 

TOMANDO LA DELANTERA EN ABNEGACIÓN, SACRIFICIO PROPIO Y TEMPERANCIA.

El hombre que ha llegado a ser la propiedad de Jesucristo, y cuyo cuerpo es el templo del Espíritu Santo, no será esclavizado por el hábito pernicioso del empleo del tabaco.  Sus facultades pertenecen a Cristo, que lo ha comprado con el precio de su sangre.  Su propiedad es del Señor. ¿Cómo, pues, puede quedar sin culpa al gastar todos los días el capital que el Señor le ha confiado para gratificar un apetito que no tiene fundamento en la naturaleza?

Una enorme suma se malgasta todos los años en esta complacencia, mientras que hay almas que perecen por falta de la palabra de vida.  Los profesos cristianos roban a Dios en los diezmos y las ofrendas, mientras ofrecen sobre el altar del vicio destructor en el uso del tabaco, más de lo que dan para aliviar a los pobres o para suplir las necesidades de la causa de Dios.  Los que están verdaderamente santificados, vencerán todo deseo pernicioso.  Entonces, todos estos canales de gastos innecesarios fluirán a la tesorería del Señor, y los cristianos serán los primeros en la abnegación, el sacrificio propio y la temperancia.  Entonces serán la luz del mundo (La Edificación del Carácter y la Formación de la Personalidad, págs. 39, 40).

5. EL PODER DEL EJEMPLO.

LOS MAYORES DAN EL EJEMPLO.

¡Cuán a menudo vemos niños de no más de ocho años fumando!  Si habláis con ellos acerca de eso, dicen: "Mi padre fuma, y si le hace bien a él, me hará a mí".  Señalan al ministro o al director de la escuela dominical, y dicen: "Si esos hombres buenos fuman, ciertamente yo también puedo fumar". ¿Qué otra cosa podemos esperar de los niños, con sus tendencias heredadas, cuando los mayores les dan ese ejemplo? (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 18).

POPULARIDAD DEL HÁBITO DEL TABACO.

Tan poderoso es el hábito una vez adquirido, que fumar se hace popular.  Se pone un ejemplo de pecado delante de los jóvenes.  Debiera explicárselas para eliminar de su mente todo pensamiento de que fumar no es perjudicial.  No se les habla de los efectos 61 perjudiciales sobre las facultades físicas, mentales y morales...

Si un seguidor de Cristo se aventura a dejarse llevar por la influencia de otros y se conforma a la disipación que está de moda en el mundo, está bajo el dominio de Satanás, y su pecado es aún mayor que el de los incrédulos declarados -los impíos- porque él está defendiendo falsos colores.  Su vida es inconsecuente; mientras profesa ser cristiano, en la práctica está cediendo a tendencias artificiales pecaminosas que batallan contra la purificación y la elevación necesarias para el crecimiento espiritual... 

Adoptando el hábito, en la práctica están en comunión con el mundo.  Todos los tales que pretenden ser cristianos, no tienen derecho a arrogarse ese nombre, porque cristiano es el que se parece a Cristo.  Cuando se haga el juicio y todos sean juzgados de acuerdo con las acciones hechas en el cuerpo, ellos verán que han representado mal a Cristo en la vida práctica y que no han sido un sabor de vida para vida, sino un sabor de muerte para muerte.  En comunión con ellos habrá una numerosa compañía que se habrá conformado a prácticas viciosas; pero el número no excusará su iniquidad, ni disminuirá su condenación por destruir el poder nervioso del cerebro y la salud física.  Todos serán juzgados personalmente.  Aparecerán delante de Dios para oír su sentencia (Manuscrito 123, 1901).

CLÉRIGOS QUE FUMAN.

Cuántos hay que son ministros en el sagrado púlpito, ocupan el lugar de Cristo, buscan a los hombres para que sean reconciliados con Dios, exaltan el Evangelio de gracia, siendo ellos mismos esclavos del apetito y estando contaminados por el tabaco.

 Están debilitando diariamente el poder nervioso de su cerebro por el uso del sucio tabaco. Y estos hombres pretenden ser embajadores del santo Jesús (Health Reformer, diciembre de 1871).

Nadie puede ser un verdadero ministro de justicia, y estar a la vez bajo el dominio de apetitos sensuales.  No puede complacerse en el hábito de fumar, y sin embargo ganar almas para la plataforma de la verdadera temperancia.  La nube de humo que sale de sus labios no tiene un efecto saludable sobre los bebedores de alcohol.  El sermón evangélico debe provenir de labios no contaminados por el humo del tabaco. Con labios puros y limpios los siervos de Dios deben contar los triunfos de la cruz. 62 La práctica de beber licor, té y café y fumar, debe ser vencida mediante el poder de Dios para convertir.  Nada que contamine entrará en el reino de Dios (Manuscrito 86, 1897).

Cuando los clérigos echan su influencia y ejemplo del lado de este hábito perjudicial, ¿qué esperanza hay para los jóvenes?  Debemos levantar más y más alto el estandarte de la temperancia.  Debemos dar un testimonio claro y decidido contra el uso de las bebidas embriagantes y del tabaco (Manuscrito 82, 1900).


EL MÉDICO QUE FUMA.

Muchos de los que acuden al médico están arruinando su alma y su cuerpo por el consumo de tabaco o de bebidas embriagantes.  El médico fiel a su responsabilidad debe mostrar a estos pacientes la causa de sus padecimientos.  Pero si el médico fuma o toma bebidas alcohólicas, ¿qué valor tendrán sus palabras?  Al recordar su propia debilidad, ¿no vacilará en señalar la mancha que ve en la vida de su paciente?  Mientras siga él mismo usando tales cosas, ¿cómo podrá convencer a los jóvenes de que ellas tienen efectos perniciosos?

¿Cómo puede el médico dar ejemplo de pureza y de dominio propio? ¿Cómo puede ser agente eficaz en la causa de la temperancia, si se entrega a un hábito vicioso? ¿Cómo puede desempeñar provechoso servicio junto al lecho del enfermo y del moribundo, cuando su hábito ofende por estar cargado con el olor del alcohol o del tabaco?

Mientras siga trastornando sus nervios y anublando su cerebro con venenos narcóticos, ¿cómo podrá corresponder a la confianza que en él se deposita como médico entendido? ¡Cuán imposible le resultará diagnosticar con rapidez u obrar con precisión!

Si no respeta las leyes que rigen su propio ser, si prefiere sus apetitos a la salud de su mente y cuerpo, ¿no se declara inhabilitado para que le sea confiada la custodia de vidas humanas? (El Ministerio de Curación, pág. 95).

PADRE DESCALIFICADO PARA LAS RESPONSABILIDADES PATERNAS. 

Padres, las horas áureas que deberíais emplear en obtener un conocimiento profundo del temperamento y carácter de vuestros hijos, y en aprender la mejor manera de tratar con sus jóvenes mentes, son demasiado preciosas para ser despilfarradas en el pernicioso hábito de fumar o en holgazanear en la taberna. 63

La complacencia en el uso de este venenoso estimulante descalifica al padre para criar a sus hijos en la disciplina y amonestación del Señor.  Dios indicó a los hijos de Israel que los padres debían enseñar a sus hijos los estatutos y preceptos de su ley cuando se levantaran, cuando se sentaran, cuando salieran y cuando entraran.

Se presta demasiado poca atención a este mandamiento de Dios, porque Satanás, mediante sus tentaciones, ha encadenado a muchos padres en la esclavitud de hábitos indecorosos y de apetitos perjudiciales.  Sus facultades físicas, mentales y morales están tan paralizadas por estos medios, que es imposible para ellos cumplir con sus deberes para con sus familias.  Sus mentes están tan atontadas por las influencias estupefacientes del tabaco o el licor, que no se dan cuenta de su responsabilidad de criar a sus hijos para que tengan el poder moral de resistir a la tentación, de controlar el apetito, de ponerse de parte de lo correcto, de no ser influidos por el mal, sino de ejercer una fuerte influencia hacia el bien.

Por la pecaminosa complacencia del apetito pervertido, los padres se ponen a menudo en una condición de excitabilidad o agotamiento nervioso que los incapacita para discriminar entre el bien y el mal, de dirigir sabiamente a sus hijos y de juzgar correctamente sus motivos y acciones.  Están en peligro de magnificar enormemente asuntos triviales en su mente, mientras disculpan con liviandad graves pecados.  El padre que se ha convertido en esclavo del apetito anormal, que ha sacrificado la virilidad que Dios le ha dado para llegar a ser un adicto del tabaco, no puede enseñar a sus hijos a controlar el apetito y la pasión.  Es imposible que él pueda educarlos por precepto o por ejemplo. ¿Cómo puede el padre cuya boca está llena de tabaco, cuyo aliento envenena la atmósfera del hogar, enseñar a sus hijos lecciones de temperancia y autodominio? . . .

TENIDOS Por Responsables Del Ejemplo Y La Influencia.

Cuando nos acercamos a los jóvenes que están adquiriendo el hábito de fumar y les hablamos de su perniciosa influencia sobre el organismo, con frecuencia se hacen fuertes citando el ejemplo de sus padres, o de ciertos ministros cristianos, o de buenos y piadosos miembros de iglesia.  Dicen: "Si no les hace mal a ellos, tampoco me hará daño a mí". ¡Qué cuenta tendrán que dar a Dios por su intemperancia 64 los profesos cristianos!  Su ejemplo fortalece las tentaciones de Satanás para pervertir los sentidos de los jóvenes mediante el uso de estimulantes artificiales; no les parece a ellos una cosa muy mala hacer lo que respetables miembros de iglesia tienen la costumbre de hacer.  Pero hay sólo un paso del uso de tabaco al del alcohol: generalmente los dos vicios van juntos.

Miles aprenden a ser bebedores debido a influencias como éstas.  Demasiado a menudo sus mismos padres les enseñan la lección sin darse cuenta.  Debe realizarse un cambio radical en las cabezas de las familias antes que pueda hacerse mucho progreso en librar la sociedad del monstruo de la intemperancia (Health Reformer, septiembre de 1877).


EL QUE FUMA NO PUEDE AYUDAR A LOS BORRACHOS.

Como dos males gemelos, el tabaco y el alcohol van tomados de la mano (Review and Herald, 9-7-1901).

Los que fuman tienen argumentos muy pobres para disuadir al adicto al alcohol.  Dos tercios de los borrachos de nuestro país contrajeron el vicio del licor por el hábito de fumar (Signs of the Times, 27-10-1887).

 LOS FUMADORES EN LA OBRA DE TEMPERANCIA.

Los fumadores no pueden ser obreros aceptables en la causa de la temperancia, porque no son consecuentes con lo que profesan para ocuparse en la obra de temperancia. ¿Cómo pueden hablar al hombre que está destruyendo la razón y la vida al beber licores, mientras sus propios bolsillos están llenos de tabaco, y ellos anhelan estar libres para masticar, fumar y escupir todo lo que quieran? ¿Con qué solvencia pueden abogar por reformas morales ante organizaciones de salud y desde plataformas de temperancia, mientras ellos mismos están bajo la esclavitud del tabaco?  Si quieren tener poder para influir sobre la gente para que venza su amor por los estimulantes, sus palabras han de salir con hálito puro y de labios limpios (Testimonies, tomo 5, pág. 441).

¿Qué Poder tiene el adicto al tabaco para detener el avance de la intemperancia?  

Debe realizarse una revolución sobre el problema del tabaco antes que pueda ponerse el hacha a la raíz del árbol.  

El té, el café y el tabaco, así como las bebidas alcohólicas, son diferentes grados en la escala de los estimulantes artificiales (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 34). 65 La Temperancia (GW).